Literatura
¿Cómo te hiciste esa herida?
Hace años un hombre desnudo junto a mí me preguntó al tocar mi rodilla: ¿cómo te hiciste esa herida? Respondí que no lo recordaba, era una reconstrucción muy antigua de mi piel. El único registro era la historia de mi abuela diciendo que caí sobre un disco lleno de aceite. Preferí decirle que esa herida podría llevar su nombre y que, si deseaba, él podía contar la historia de aquella marca. Él tomó un lápiz de su velador y escribió su nombre sobre la piel quemada, bordeando el hueso con la punta de un lápiz azul. Así, durante años, se escribió sobre una piel renovada nuestra historia y también su distancia.