Artes escénicas

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Danzas afrobrasileñas hoy: sanar nuestros cuerpos de pesos culturales

Durante el tiempo que buscaba experimentar, tanto en espacios de danza colectiva como espiritualmente, me moví por fiestas de música electrónica, entre house y sonidos étnicos. Pese a que en varias culturas la espiritualidad ha estado fuertemente vinculada a la danza, para muchos el baile no se proyecta fuera del espacio de la noche y de las fiestas.

No fue sino hasta que una amiga me enseñó pasos de afro en una de esas danzas, que sentí la necesidad de explorar estos lenguajes. Decidí ahondar y tomé clases de Danzas Afrobrasileñas con Ignacia Moraga, cuya pedagogía expande una conciencia crítica sobre los cuerpos y sobre las sociedades en que habitamos. Sus clases ―con percusión en vivo― suelen comenzar con un calentamiento en círculo, práctica de simbología de orixás, más otro tipo de ejercicios, acompañados posteriormente por explicaciones de las evoluciones culturales de dichos movimientos. Luego, se aplican todos estos elementos a una danza en particular.

Ignacia se presenta como mujer, mamá y profesora autodidacta de danzas latinoamericanas de raíz afro. Entre sus principales espacios de formación destaca su labor pedagógica en la Escuela Víctor Jara para niños y niñas inmigrantes, los estudios en Danza en la UAHC y, luego, los aprendizajes experimentados en Brasil con distintos mestres, principalmente de Salvador de Bahía (como Augusto Omolú –destacado por articular la Dramaturgia de la Danza de Orixás―, Vera Passos, Mestre King, Rosangela Silvestre ―creadora de la Técnica Silvestre, de danza afro contemporánea―, y otros). Gracias a estas instancias es que Ignacia ha impartido distintos cursos, seminarios y talleres dirigidos a todo público en centros culturales, comparsas, colonias urbanas, escuelas y otros hace más de diez años en torno a las danzas tradicionales, populares y de carnaval de Brasil.

Espiritualidad atrofiada

“La primera vez que viajé a Brasil tuve una experiencia muy fuerte con respecto a la espiritualidad, un elemento constituyente de nuestras experiencias ancestrales que luego uno resignifica. Dicha ancestralidad en Chile ha sido súper negada en relación con la violencia que se ha ejercido contra nuestros linajes indígenas. Por eso, muchas veces es necesario salir de nuestro territorio y conectarnos con aquello que nos hace sentido”.

Aprendizajes comunitarios

“Cuando empecé a vivir la danza y la cultura afrobrasileña pude notar que no se trata de un espacio al que solo la gente virtuosa puede llegar desde una formación académica, sino que es para todo aquel que esté dispuesto a conectar con el contexto. Como el arte está tan poco valorado, es difícil sustentar espacios de formación alternativa o crear sin trabajar, por ejemplo. Pero siempre es importante recordar que la universidad es un espacio de formación más, no el único camino”.

Aprendizajes corporales y transculturales

“En resumen, más allá de una cuestión religiosa, la espiritualidad es un sustento de nuestras vidas que nos fue arrancado o impuesto como tantas otras cosas en la vida. Aunque vivimos en un mundo globalizado en que supuestamente tenemos acceso a todo tipo de información, nada sustituye la experiencia corporal. Podemos estudiar teoría filosófica de la India, que está bien, pero también hay que aterrizarla.”

“En mi caso, aprender estos saberes es también tratar de conectar con lo que pasa en el territorio que habito, al mismo tiempo en que es necesario recordar que todas estas fronteras responden a lógicas capitalistas. Y si mi opción es acercarme a otras culturas siempre trataré de hacerlo desde el respeto, sabiendo que no se trata de imitación, sino de lenguajes que se resignifican en nosotros”.

Sanación en movimiento colectivo

“Mucha gente en la ciudad se inscribe para entrenar en un taller, pero luego se va dando cuenta que también pasan cosas en la mente y en otros niveles. Por ejemplo, yo tenía un profesor de Anatomía que nos enseñaba que cuando uno mueve su columna, mueve su estructura, con eso también sus ideas y la manera en que percibe la vida. Desde ahí es que la danza se transforma en un espacio de sanación”.

“Otras prácticas que también apuntan al bienestar ―como el gimnasio, los batidos o salir a trotar, por ejemplo― son súper válidas para entrenamientos específicos, pero hay un valor en lo colectivo que es irremplazable. Pero en un mundo en que todo está hecho para que estemos en constante estado de cansancio es necesario que el espacio pedagógico sea un espacio de liberación, conciencia, confianza y salud, por lo mismo, un espacio político, que invite a la reflexión más allá de gozar y entrenar”.

Violencia, género y respeto

“Nuestros cuerpos de mujeres han estados marcados por la violencia en algún nivel. Esta revolución que está ocurriendo es una invitación a sanarse para construir desde un lugar mucho más empoderado, por ejemplo, desde la danza, en que cada uno está en su aprendizaje sin ser juzgado, porque todo proceso es válido en un diálogo transversal. La idea es que esto se proyecte, más allá de la sala, hacia esta cultura que sitúa la competencia por sobre el respeto”.

Aprender a moverse persona

“He observado en clases que, aunque haya gente que se aproxime a la danza que no se identifique con discursos feministas, empiezan a concientizarse de su incomodidad al trabajar desde energías más fuertes implicadas en saltos o giros, porque les han enseñado que lo fuerte es masculino y eso no es posible en un cuerpo de mujer. Pero trato de recordarles que, así como aprendimos que en nosotras hay ciertos movimientos aceptables, también podemos reaprender otros lenguajes y hacerlos nuestros. “

Mujeres y resistencia espiritual

“Creo que cualquier disciplina de la danza podría permitir esos desbloqueos como persona, solo que las que tienen un vínculo más directo con la ancestralidad ―no hablo del ballet, la danza moderna o contemporánea, que son expresiones maravillosas, pero que no basan su trabajo en esto―, con elementos indígenas, africanos, orientales, posibilitan la valoración de la mujer, no como ocurre en las culturas occidentales monoteístas. No es que las culturas africanas estén exentas de machismo, pero ocurre distinto en la cultura Yoruba.

En Brasil las creencias traídas desde África evolucionaron mediante las mujeres, quienes lucharon contra la esclavización al convocar a la gente, quienes armaron el panteón llamado Candomblé y buscaron sustento económico para estos espacios prohibidos inicialmente. Por eso las Mãe-de-santo o Ialorixá guían a su gente, a diferencia de otros países de raíz afro. Es interesante estudiar cómo ha variado esa raíz en toda Latinoamérica”.

Ancestral es también volver a ser niños

Así como es importante explorar más allá de movimientos categorizados por nuestro género, lo es volver a jugar. Ir al suelo, moverse descalzos, trabajar el ritmo en relación con el fuelle, ondular la columna es ancestral en la cultura y en nuestro desarrollo personal. Comúnmente en la infancia se nos permite explorar con mayor libertad nuestros cuerpos, lo que después se traduce en una mayor consideración por el entorno.

He compartido con muchos niños inmigrantes latinoamericanos que pueden presentar otro tipo de conflictos en su formación que los niños chilenos, pero proyectan mucha mayor libertad corporal. Las danzas afro son una doble invitación a nuestras ancestralidades, libres de miedos”.

Chile al costado de Latinoamérica

Entre la manera en que vivimos nuestra dictadura y la pequeña presencia de africanidad que llegó a Chile se fueron configurando las aprehensiones corporales en Chile. Efectivamente somos una isla en Latinoamérica. Nos sentimos invadidos porque otros se reúnan o se expresen de otras maneras. Cualquier movimiento migratorio tiene aspectos positivos y negativos. Pero es necesario recordar que los chilenos hemos migrado para todo el mundo, que porcentualmente no es real que estamos invadidos. Espero que desde la educación a gran escala y en las familias recordemos cuán difícil puede ser para cualquiera estar fuera de casa. Y que con este sincretismo cultural Chile se nutra de la raíz afro”.

Fotografías de Claudia Pool.

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Para inquietas/os que quieren experimentar danzas afrobrasileñas

Luego de esta entrevista, invitamos a los lectores a experimentar desde el cuerpo en dos instancias:

Gira de Vera Passos en Chile

“Maestra brasileña en Chile, quien nos invita a viajar por la danza, el ritmo y los símbolos dentro del Universo de las danzas de orixas y la exploración en la Técnica Silvestre. 4 ciudades, Valparaíso, Santiago, Arica y Concepción”. Más información en el siguiente link

– Taller de Ignacia Moraga

Taller regular de Danzas Afrobrasileñas

Martes y jueves de 19.00 a 20.30

Almirante Latorre 149, Metro República

Más información sobre eventos, jornadas y seminarios en el siguiente link

Para inquietas/os que quieren profundizar desde la lectura

Jubiabá. Jorge Amado

Lendas dos Orixás. Pierre Verger

As aguas de oxala. José Beniste

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