Artes escénicas

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‘La mirada incendiada’ sobre la quemadura que todavía quema.

El día 9 de abril del presente año fue estrenada vía streaming a través de Punto Play la película La mirada incendiada, dirigida por Tatiana Gaviola (Teresa) con guión de Pablo Paredes (El reemplazante). Esta muestra, a modo de ficción histórica, los días previos al asesinato del fotógrafo Rodrigo Rojas de Negri, quien, junto a Carmen Gloria Quintana, fue quemado vivo por militares comandados por el teniente Pedro Fernández Dittus, el 2 de julio de 1986, en lo que hoy se conoce como “Caso Quemados”, uno de los crímenes de lesa humanidad más impactantes durante la dictadura en Chile. Él murió 4 días después. Ella sobrevivió, y es a través de sus poéticas palabras (en una voz en off interpretada por la actriz Constanza Sepúlveda en la película), que se va narrando la historia de Rodrigo. 

El filme comienza con la llegada de este, desde el exilio en EE.UU., al Santiago de 1986 y, al menos que no sepas de qué va la película al momento de empezar a verla, todes conocemos el final. Esto debería ser suficiente para generar la tensión dramática que se necesita para mantenernos atentes al argumento. Sin embargo, a este saber previo, se le agregan los extraños aportes que supone la voz narrativa y metaforizante de Carmen Gloria Quintana, la cual, a mi parecer, queda como un recurso ostentoso que interrumpe las escenas cotidianas, quitándole peso a los fragmentos de vida retratada, en favor de enaltecer la tragedia y el espanto de aquella época en el país. Y no es que sea mala poesía, ni que la voz esté en el tono incorrecto, es que, por un lado, anuncia constantemente lo que ya sabemos y, por otro, nos saca de la ficción, la de ese estar inmiscuidos en la escena, por un recurso que parece ser más de programa documental del History Channel que el de una película de arte. Me parece que esas bellas palabras, puestas entre y sobre escenas, tal como están, quitan interpretabilidad a los hechos, guiando los pensamientos y sentimientos de los espectadores, cuando podrían haber quedado mejor condensadas todas juntas en una escena final en que la actriz que interpreta a Carmen Gloria las hubiera escrito en una carta a Rodrigo luego del crimen (o algo por el estilo). 

Los otros dos aspectos que me parecen cuestionables de la película por sacarnos de la ficción histórica son estéticos: 1) el pelo del personaje de María Izquierdo, que se ve extremadamente falso (¿es una peluca?) y 2) el maquillaje y las actuaciones de la escena de las lacrimógenas en el cementerio. Tanto a los ojos de Rodrigo Rojas (Juan Carlos Maldonado) como los de la periodista (Cristina Aburto) en las circunstancias de esa escena, les hace falta enrojecimiento y una mirada más afectada por el gas. En cambio, los vemos a ambos lanzando un diálogo bien escrito, pero con los ojos sumamente abiertos y atentos para una situación como aquella.

es una película que no deja de ser bella y es sumamente necesaria de ver, sobre todo para aquellos que no nacimos en dictadura y tenemos el deber de conocer el pasado reciente de nuestro país

Solo si intentamos olvidar estas tres, a mi parecer, notorias fallas, vemos que la película tiene un trabajo de época impecable y unas actuaciones dignas de ser premiadas, destacando a su protagonista que, siendo el actor de 34 años, interpreta, sin ponernos incómodos, a un joven y luminoso Rodrigo de 19. Por otra parte, María Izquierdo es tan buena actriz que el pelo falso deja de importar tanto, y Catalina Saavedra tiene tanto carisma y naturalidad, que conquista a cualquiera. 

La escena obligatoria, en que los queman a ambos, me parece que utiliza los recursos del horror del cine de forma correcta y seria para un hecho tan desgarrador, como es el que quemen vivas a dos personas en mitad de la calle. La película omite el traslado de los cuerpos calcinados hacia un terreno baldío en Quilicura y su abandono allí y tampoco da cuenta de las implicancias y mentiras que se suscitaron políticamente alrededor del caso en el que, obviamente, se culpó a los jóvenes, ocultando la culpabilidad de los militares. Pero si no muestra esto, es porque desde el comienzo entendemos que la intención es hacer un homenaje a Rodrigo y no directamente una crítica a las autoridades responsables del caso en la época, que de todas formas subyace inevitablemente. 

A pesar de que pienso que el trabajo total de la película podría ser mejor, y debió serlo (entendiendo que la forma afecta el contenido), creo que es una película que no deja de ser bella y es sumamente necesaria de ver, sobre todo para aquellos que no nacimos en dictadura y tenemos el deber de conocer el pasado reciente de nuestro país, siendo que en nuestras instituciones de educación nunca nos mencionaron absolutamente nada, al menos a mi generación. Jamás habrá suficientes producciones para recordarnos los atroces crímenes cometidos en dictadura, en un país que actualmente parece continuar sumergido en los mismos paradigmas políticos y de violencia estatal, en una supuesta democracia, como una quemadura que todavía quema 35 años después de estos hechos de horror. 

Ficha Artística
Dirección y producción: Tatiana Gaviola
Guión: Pablo Paredes
Reparto: Juan Carlos Maldonado, María Izquierdo, Gonzalo Robles, Catalina Saavedra, Belén Herrera, Cristina Aburto, Constanza Sepúlveda
Edición: Danielle Fillios
Asistencia de dirección: Patricio Acuña Dirección de arte: Ricardo Risho Herrera

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