Plataformas artísticas en crisis
Es evidente que en estos tiempos de pandemia muchas de nuestras actividades han sufrido mutaciones significativas, así también la relación con nuestra soledad, nuestra comunicación y nuestro espacio habitacional. Es probable que en adelante sea conveniente cultivar continuamente un equilibrio entre habilidades análogas y digitales. Sin embargo, antes de los futuros posibles y fuera de todo lo que no se puede controlar, es interesante observar las formas de adaptación y conexión que se están creando en nuestras comunidades digitales.
No cabe duda de que nuestras posibilidades están altamente condicionadas por nuestro contexto: varían según nuestro país, según el nivel de urbanidad de nuestro territorio, según nuestras condiciones económicas y tanto más. De todas las aristas que pudiera contemplar en esta trama, quiero observar ahora cómo ha influido la cuarentena en las instituciones culturales, especialmente en los espacios físicos y/o virtuales de exposición y mediación de las artes visuales.
Efectivamente, como toda experiencia está mediada, al menos, por nuestros cuerpos, sabemos que la presencia es irreemplazable. Sin embargo, el rol de las artes se ha manifestado como un importante soporte crítico y emocional, tal vez por la necesidad de comunicación sensible y experiencias de conexión en formato digital. Así resalta, por ejemplo, la rearticulación de las plataformas artísticas respecto a sus propuestas participativas en dos sentidos: curatorías y mediación digital. ¿Serán estas nuevas prácticas permanentes? ¿Se desjerarquizará la experiencia presencial respecto de la virtual? ¿Estos modos podrían ser más participativos?
En la fusión está la fortaleza
Durante las últimas semanas, mientras muchos museos han liberado o promovido el acceso a sus catálogos en línea, se han creado diversos perfiles para plataformas artísticas autónomas, se han reinventado exposiciones y se han abierto numerosas convocatorias a artistas en redes sociales. Frente a esto, las dinámicas en que se sustentan parecen diferenciarse en dos aspectos, básicamente: emular la vida presencial, como una especie de mudanza, o potenciar el diálogo entre artistas y otros agentes.
Por un lado, para todos aquellos museos, centros culturales y galerías que contaban con un espacio físico las plataformas digitales solían ser un complemento, mayoritariamente, de difusión y, en menor medida, como aproximación lúdica a sus contenidos, de modo que el ejercicio curatorial y la mediación quedarían relegados en el panorama actual o, al menos, interpelados al cambio. De todas formas, hay excepciones a la regla[1]. Por otro lado, para aquellas plataformas itinerantes o sin dependencias físicas estos desafíos ya estaban resueltos antes de la cuarentena, por lo que constituirían un ejemplo para la resolución de esta reinvención[2].
A estas últimas se suma un tercer tipo de plataforma: aquellos perfiles en redes sociales creados recientemente con el fin no solo de aunar expresiones artísticas en cuarentena, sino también de documentarlas, establecer diálogo, ofrecer alternativas de mediación de las obras mediante streaming o actividades propuestas por diversas aplicaciones[3], incluso de compartir textos curatoriales dentro de sus publicaciones.
Dentro de las fortalezas que caracterizan a estas plataformas digitales resaltan aspectos como la diversificación de artistas emergentes o de procesos investigativos menos expuestos, la diversidad en disciplinas y técnicas de las obras expuestas y, si sortean los caminos prepicados de los algoritmos, la mayor participación de públicos diversos. Otro aspecto que ya se ha empezado a observar es el aumento en la exploración de herramientas digitales para los procesos creativos que, sin duda, constituirá un hito importantísimo para las artes mediales. Es decir, desde todos estos focos se observa la importancia de fusionar modos, áreas y herramientas.
Pronósticos
En suma, la creación artística actual podría caracterizarse y proyectarse en procesos investigativos más breves y tendientes a las artes mediales; los agentes de mediación podrían concebir este proceso como un desafío transformativo hacia la arteducación que conduzca, por lo mismo, a una mayor participación del público; y tanto las curatorías como la crítica podrían proliferar hacia formatos más accesibles y menos academicistas. Es decir, estas tres esferas de las artes al fin podrían conducirse hacia la disolución de sus fronteras en las prácticas digitales. Y respecto a los públicos, puede ser un buen momento para potenciar la participación, la exploración y la gestión del arte desde sus redes que, a su vez, podría implicar un gesto de resistencia, de búsqueda, soporte y disfrute en medio de la crisis, cuestión que nuestro sistema neoliberal suele mirar o con desdén o con afanes instrumentales.
Respecto a esto, queda como desafío para los tres tipos de plataformas mencionadas – físicas con uso de redes como herramienta de difusión, físicas complementadas en redes y recientemente creadas en entornos virtuales – efectuar y adaptar ejercicios interpretativos y mediados para lograr mayor consistencia en sus propuestas. También podría ser interesante la articulación de una red o de establecer diálogo entre las múltiples plataformas emergentes. Sin embargo todo esto dependerá del tiempo por el que se prolongue la cuarentena acorde al manejo biopolítico de los gobiernos.
Frente a la incerteza de la situación sanitaria mundial resplandece la capacidad adaptativa de la gente para conectar a través de las artes. Si bien desconocemos por cuánto tiempo se prolongue la pandemia y cómo pueda afectar en nuestras interacciones presenciales, definitivamente las creaciones artísticas, los ejercicios curatoriales, la participación de los públicos y las propuestas de mediación ya han mutado y se manifiestan como un interesante fenómeno respecto a las participaciones de artistas y públicos digitales que apuntan a un mismo fin: conectar en la construcción de sentido.
De pronto, incluso más allá de lo interesante que pueda ser la articulación de plataformas, el ejercicio de la curaduría o de la mediación, más allá de la expansión de repositorios, se encuentra el valor que subyace a la creación artística como práctica sensible en una era neoliberal que prioriza otro tipo de saberes y solo las incluye cuando beneficia sus propios engranajes.
Ilustración de Valentina Paillaleve
[Investigación en curso]
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[2] @galeria_itinerante ; @galeriacima ; @ccdmx , https://centroculturadigital.mx/ ; http://culturadigital.udp.cl/
[3] @covidartmuseum ; @quarantine.space ; @artistsinquarantine