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Repensar la representación literaria en el Crimen de Jaime Pinos

Criminal aparece por primera vez publicado por Libros La Calabaza del Diablo el 2003, luego de 14 años reaparece bajo una coedición de la misma editorial en colaboración con Editorial Cuneta. La propuesta de este libro es clara: mostrar el discurso contrahegemónico sobre la delincuencia. El discurso oficial está marcado por el libre albedrío del delincuente al decidir el camino que la sociedad denuesta y condena con cárcel y luego con exclusión social. Jaime Pinos, lejos de contradecir el discurso oficial, se centra para develar la violencia inherente del neoliberalismo, el que al crear una excesiva riqueza para unos pocos, al mismo tiempo produce igual pobreza para muchos y todo lo que atrae consigo: “La pobreza, / la droga, / la violencia. / Estigmas, / cicatrices de nacimiento. // A otros les tocó el premiado. / A mí, sólo una mierda de vida / y toda una vida de mierda para malvivirla.” (14) Jaime Pinos, justamente, muestra cómo la macroestructura económica e ideológica tiene un rol fundamental en la creación (in)consciente de sus parias: “Señor Ministro del Interior: // Usted habla de mi vida / como si hubiese elegido dedicarla a delinquir. / Pero se equivoca. […] Usted habla del crimen / como si fuese un vicio que algunos practicamos / por una especie de abyección congénita / o de desafío antisocial a las reglas de la colmena. / Pero se equivoca. / El criminal no nace, se hace. / Y el camino […] coincide con el de la supervivencia. […] Finalmente, / aunque hoy sea acribillado / y sea una vergüenza nacional, / le recuerdo, Señor Ministro, / que soy parte del producto interno de esta sociedad.” (30-31) Por tanto, nuestro rol como ciudadanos, aunque pasivo, es cómplice de esta sociedad de privilegios económicos.

Ahora bien, Jaime Pinos usa diversas estrategias textuales para construir los poemas. Por una parte, asume el discurso expositivo para dar cuenta de aspectos de la vida del criminal y de la sociedad, lo que se puede apreciar en poemas como Prontuario, Mass media, Informe psiquiátrico. Por otra parte, el autor construye los textos poéticos usando citas claves. Y, por último, representa la voz del criminal. Pero, ¿quién es este criminal? Si bien, no hay ninguna alusión directa a un nombre en el poemario. Diversas referencias aluden al Tila, famoso delincuente de los fines de los noventa y principios del siglo presente, quien robaba, golpeaba y abusaba de sus víctimas. Las referencias más explícitas son la cubierta de la primera edición que se reproduce en el interior de esta segunda edición. Y, es finalmente el uso de esta última estrategia la que quiero discutir.

…la representación no niega la palabra como discurso, sino que la palabra como acción. La representación nos transforma en meros espectadores silentes ante el poder que tiene la palabra como acción, son ellos los que deciden por todos.

La representación es un concepto, una estrategia que no se toca críticamente por diversas razones. Quizá la más importante es porque permite la existencia de la democracia y del poder político, y de la organización y del funcionamiento “pacífico” de la sociedad. Así, son pocos quienes cuestionan la validez teórica, por ejemplo, de la publicidad sobre la representación democrática de las últimas elecciones, la que decía: “No dejes que otros decidan por ti. Tu voz, tu opinión, tu voto importan.” Pues bien, elegir a un representante es justamente permitir que otro sujeto (con otros intereses y anhelos personales) decida por ti, y así tenemos la democracia corrupta que tenemos, la que mantiene la explotación del hombre por el hombre y la desigualdad social. Por tanto, la elección de un representante implica el silenciamiento de todos los representados, así me imagino que se sienten todas las mujeres que lucharon por el aborto libre, gratuito y seguro frente a la decisión de Piñera al cambiar el protocolo. De tal manera, la representación no niega la palabra como discurso, sino que la palabra como acción. La representación nos transforma en meros espectadores silentes ante el poder que tiene la palabra como acción, son ellos los que deciden por todos.

Volviendo a la literatura, a la palabra, representar la voz del otro implica necesariamente el silenciamiento del representado. Entonces, si yo hablo por el otro, niego su voz: es su paradoja. Por tanto, la representación en sí es una práctica autoritaria, en el que se usa el discurso del otro para instalar el propio discurso. Y es lo que realiza discursivamente Jaime Pinos. Más allá de su postura frente al tema (y de lo de acuerdo que esté con el autor), este poeta se sirve del hablante otro para instalar su discurso político-literario y sus inquietudes literarias: “No pude ser feliz, ello me fue negado, / pero escribí” (36), fragmento del poema Discurso de las bellas letras, el que es una clara intertextualidad con Lihn. Lo que se supone que dice el Tila, o el criminal como figura social intersubjetiva, no representa realmente lo que piensa el Tila, o este criminal arquetípico. Es el discurso teórico del autor en la boca de otro hablante al que representa, objetivo que es inalcanzable, por supuesto. Desde mi perspectiva, es tan deleznable la exclusión que realiza la sociedad de los sujetos parias como el uso literario de la representación para dar cuenta del propio discurso, lo que finalmente me resta de los elogios que se pueden realizar del libro.

Para no dar más la lata, me parece fundamental, con los tiempos que corren en nuestro país, repensar para cuestionar la representación como estrategia política democrática y como estrategia literaria. Repensar para cuestionar esta zona de confort autoritaria que tanto mal le ha hecho a este país y al mundo. Sin duda que esta estrategia discursiva tiene un lugar importantísimo en la poesía chilena, por ejemplo pienso en Sermones del Cristo del Elqui, de Nicanor Parra, y La mujer gallina, de Karo Castro, por ejemplo. Muchos dirán que no es tan grave (y que le estoy dando color) y que la representación permite posicionar discursos críticos, permite dar cuenta del contexto de injusticia social, que la voz de una persona muerta se puede representarla para, mediante una estrategia textual, que adhiera a un discurso ideológico al cual suponemos que se hubiera adherido. A mí me parece gravísimo desde un punto de vista ético: ¿qué pensara Violeta Parra al saber que usaron su nombre en la tarjeta Bip? Tarjeta que es parte del negocio neoliberal del transporte público y que el Estado, con sus perros guardianes (sí, le achuntó, me refiero a los Carabineros, los mayores ladrones de la historia de este país hasta el momento), multa al pueblo pobre de la periferia. Insisto en que me parece necesario repensar los límites éticos de la representación como estrategia literaria. Sin embargo, mi discrepancia con esta estrategia textual de hacer poesía no excluye que pueda afirmar la calidad poética y la inteligencia de Jaime Pinos en la construcción de este poemario, el que ojalá ayude en la destrucción de los prejuicios sobre la pobreza y la creación de la delincuencia.

 

Criminal
Jaime Pinos
La Calabaza del Diablo, 2017
70 págs.

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