Estado Vegetal es, sin duda, una de las puestas en escena más interesante de los últimos tiempos en el teatro chileno. Estrenada el año pasado bajo la dirección de Manuela Infante, fue fuertemente aclamada por la crítica y ganó el premio a la Mejor Obra y Dirección 2017 por el Círculo de Críticos de Artes de Chile. Recientemente fue presentada en el Teatro UC, luego llegó a Brasil de la mano del Festival Iberoamericano de Artes Escénicas “Mirada” y este 29 de Septiembre se presentará en el Teatro Provincial de Curicó, en una función única y gratuita.
De trama sencilla y una poderosa estructura conceptual, la obra es capaz de hacer que cuestionemos el mundo animal, invitándonos a adentrarnos en el vegetal. Se nos presenta un hecho: un hombre sufre un accidente en moto al chocar con un árbol. De esta forma, se desarrolla un monólogo polifónico en el que hablan distintas voces que intentan hallar un responsable. Entre las posibilidades está la opción de culpar al árbol. Esta posibilidad es la puerta de entrada al diálogo entre lo humano y lo vegetal. En principio, una conversación imposible, en palabras de las autoras “Un diálogo fallido con la naturaleza que es, quizás, nuestro monólogo más innato”.
La riqueza fundamental de esta obra es su construcción. Está hecha de acuerdo a códigos absolutamente vegetales desde el título hasta los recursos no verbales y paraverbales. De entrada, el nombre “Estado Vegetal” nos invita a jugar entre múltiples acepciones, al parecer todas correctas. Por un lado, nos habla de un estado clínico en que una persona no muestra signos de conciencia producto de un traumatismo o daño cerebral; por otro, remite a una primacía vegetal, un estado en que son las plantas las que lideran. Ambas acepciones son correctas y, si se quiere, antónimas. Si la primera habla de un cuerpo sin conciencia, la otra da a entender acción en un elemento que para nuestra visión parece ser solo una cosa. Este juego de palabras es análogo a un tronco que ramifica en distintas direcciones, que desde un origen común nacen distintas significaciones. Este primer juego hace dudar de nuestra concepción del mundo vegetal, acaso ¿Las plantas poseen inteligencia y/o sensibilidad?
Los textos en la obra juegan todo el tiempo con dichos populares relativos a las plantas y se manifiestan en fragmentos, como capas que se superponen y componen el discurso total. Un entramado de ramas que se repite y se expande. Tal como las plantas, de un mismo cuerpo pueden reproducirse distintos esquejes que se ramifican y enraízan. Para esto, utilizaron el loop, un recurso sonoro que permite grabar y repetir partes del monólogo.
Otro recurso fundamental en la construcción vegetal de la obra es el monólogo polifónico. Marcela Salinas es la actriz encargada de dar voz y movimiento a los múltiples personajes de la obra, una sola persona contiene muchas voces. Una sola actriz es el cuerpo medular de la obra, tal como las plantas, carente de órganos únicos que “les permite comportarse no como un individuo, sino como una multitud y manifestar comportamientos grupales” (Mancuso, 2015). Esto hace que dentro del monólogo las múltiples voces conversen y manifiesten distintas opiniones respecto al hecho en cuestión.
Los giros dramáticos más fuertes no son al interior de lo que la obra cuenta, sino respecto de lo que la obra es (Manuela Infante, 2018)
De esta forma, toda la obra está construida de manera análoga a cómo funcionaría un sistema vegetal. Los textos, los recursos paraverbales y el monólogo polifónico dan cuenta de una estructura ramificada, de cuerpo modular, es decir, “en el que cada parte es importante, pero ninguna del todo indispensable” (Mancuso, 2015). Una obra conceptualmente muy bien armada, en la que los recursos sonoros, de diseño, actorales y textuales forman un Estado Vegetal literal. Una puesta en escena en donde el protagonista es la construcción misma de ésta, más que la historia que se cuenta.
Estado Vegetal es un desafío a las estructuras teatrales. En ella “los giros dramáticos más fuertes no son al interior de lo que la obra cuenta, sino respecto de lo que la obra es” (Manuela Infante, 2018). Es una invitación a plantar la mirada allí en esos seres “otros” que han convivido con nosotros desde siempre, pero que viven desde hace mucho antes. Una obra que te invita a vegetalizar la mirada, a preguntarte por el movimiento “leeeento” de las plantas y su posibilidad de acción, a dialogar aunque sea de entrada con el mundo vegetal, no en plano ecologista, sino más bien como una forma de transformar nuestra propia mente, “empezar a entender cómo es ese ‘otro’ vegetal que hay dentro de nosotros” (Michael Marder, 2013).
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Estado vegetal
Dirección Manuela Infante | Dramaturgia Manuela Infante y Marcela Salinas | Elenco Marcela Salinas | Diseño Integral Rocío Hernández | Diseño y realización de utilería Ignacia Pizarro | Música y Diseño Sonoro Manuela Infante | Producción Carmina Infante | Tramoya Magdalena Mejía
Referencias
Infante, Manuela (Centro Para las Humanidades UDP). (2018). No traer todo a la luz- Manuela Infante. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=heHtTa28F0w
Mancuso, Stefano (2015). Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal. Barcelona: Galaxia Gutenberg: 5-39 pp.
Marder, Michael (2013). Plant-thiinking: A philosophy of vegetal life. Nueva York: Columbia University Press