Voyager es el primer ensayo de Nona Fernández. Aunque su primera edición se estrenó a finales del 2019, no lo pude leer hasta hoy: finales del 2020. Pasó un año de mucha expectación. Se podría decir que soy una acérrima seguidora de la prosa de Fernández y que jamás me he arrepentido de leer y experimentar su narrativa. Siempre me encontré con una escritura fantástica -a veces surreal- hecha a la medida de mis inquietudes, tejida desde la memoria individual y colectiva, con trozos de relatos de las más variadas esferas y muy alejada de la monocromía de la historia oficial.
Este libro o conjunto de memorias parece ser una sucesión de las novelas anteriores de la escritora. La continuación de una trama hecha de restos documentales de su propia vida y de la vida de otros y, por qué no, de todos. En este libro, que hace las veces de telar, la autora unió memorias de variados frentes: neuronal, doméstico, histórico y científico. Todos tejidos a partir de una hebra común: el recuerdo de su madre sobre el nacimiento de la protagonista.
El comienzo de este ensayo es un recuerdo astral. La protagonista acompaña a su madre a realizarse unos exámenes neurológicos. Mientras uno de estos se lleva a cabo, la autora advierte que la actividad cerebral de su progenitora proyectada en el monitor se asemeja a las imágenes astronómicas que conoce. Esta proyección resulta ser el recuerdo feliz del nacimiento de la protagonista. En palabras de Fernández:
“Mientras mi madre convoca un recuerdo alegre que no verbaliza, un grupo de neuronas se enciende (…) Si bien esto que veo en el monitor no traduce de la misma manera esos destellos eléctricos, lo que observo igualmente evoca un paisaje astral” (p.16)
A partir de este suceso el ensayo se construye de retazos de memoria estelar y humana formando constelaciones sobre la memoria individual y colectiva. Tal como lo harían las Voyager – sondas exploratorias del espacio lanzadas por la NASA en 1977 – que con sus brazos y antenas van almacenando fragmentos de la memoria estelar. De esta reminiscencia celeste y de la humana la autora reflexiona sobre la historia de los pueblos, sus olvidos y cómo somos capaces de ejercer de alguna forma esos recuerdos en todo lo que hacemos. En sus palabras:
“hay recuerdos tatuados en el ADN, en un lenguaje distinto al neuronal de nuestro cerebro. Relatos que llevamos encima, sin saberlo, en nuestra carga genética. Somos el resultado de cientos de millones de años de evolución y la memoria de ese proceso está en nosotros. Ejercemos esa memoria evolutiva en todo lo que hacemos” (p. 36).
Nona Fernández escribe con lucidez, al brillo espectral de las estrellas. Trata la memoria como un tejido colectivo que se desarma a ratos, un tejido de puntos corridos, pero hilvanados después de todo. Escribe con y para la memoria, una especie de ejercicio lumínico que revela nuestros errores pasados para no volver a repetirlos en el presente. Esa es la magia de su prosa. Esa es mi expectación. Cada vez que Fernández saca un libro se me deviene siempre como un mensaje de otros tiempos y esta vez no fue la excepción.
Ficha técnica
Título: Voyager
Autora: Nona Fernández
Año: 2020
Editorial: Literatura Random House
Género: ensayo
Extensión: 150 páginas