Artes escénicas

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Caso 29: LA SOMBRA DE UN HOMBRE – Cuando las palabras sobran.

Caso 29: LA SOMBRA DE UN HOMBRE es la primera obra codirigida por Isidora Gazmuri y Carmen Mellado, estrenada presencialmente en el Festival Santiago a Mil 2021 en alianza con La Rebelión de los Muñecos, en el Anfiteatro Bellas Artes. La obra surge a partir de una experiencia previa creada especialmente para el formato audiovisual estrenada vía streaming, una “creación pandémica” como se califican actualmente a las creaciones artísticas surgidas en contexto de confinamiento.

Ana es una detective cuyo trabajo consiste en resolver el femicidio de otra mujer, Clara. Durante este proceso Ana se enfrentará a su propia realidad como víctima de violencia por parte de su pareja y compañero de trabajo, a quien termina por asesinar. La trama es clara, evidente en la relación entre las dos mujeres y los distintos desenlaces para cada una. Esta debilidad se convierte en ventaja cuando consideramos un gran factor: Clara es una marioneta manipulada por la actriz y co-directora Isidora Gazmuri en su rol de la detective Ana.

El teatro de marionetas y de muñecos ha existido casi desde que existe el teatro, en todas las civilizaciones conocidas se han encontrado restos de muñecos y objetos usados para representar hechos o historias a un público. Por lo mismo siempre será interesante ver una propuesta con problemáticas contemporáneas, e incluso contingentes, en que esta disciplina se vea puesta en aprietos frente problemas como el femicidio o la violencia machista en una sociedad patriarcal.

Pero, y este es un gran pero, los creadores han de hacerse cargo de las disciplinas en las cuales incursionan, conocer su historia, sus posibilidades y sus limitaciones es estrictamente necesario para poner en escena una propuesta contemporánea y, en el caso de esta obra, se vuelve evidente la indecisión en cuanto a su formato. Pienso específicamente en la inconsistencia existente entre escenas de alta calidad visual y manipulación en que el dominio del muñeco, sumado a su interpretación, confluyen en crear momentos abstractos y expresionistas (la escena de la cocina), en contraste con escenas donde la interpretación de la protagonista y la dramaturgia parecieran aspirar a un realismo muy débil, casi infantil, que evidencian las motivaciones y repercusiones de las hechos cometidos.

La representación de la mujer en el teatro es un problema, evidentemente contemporáneo, que los creadores llevan tiempo poniendo en crisis. El feminismo y sus políticas que han permeado a la sociedad, permiten que obras como Caso 29 presente en paralelo a una víctima de femicidio y a una víctima de abusos que decide tomar justicia con sus manos.

La representación de la mujer en el teatro es un problema, evidentemente contemporáneo, que los creadores llevan tiempo poniendo en crisis. El feminismo y sus políticas que han permeado a la sociedad, permiten que obras como Caso 29 presente en paralelo a una víctima de femicidio y a una víctima de abusos que decide tomar justicia con sus manos. Ambas mujeres, víctimas y protagonistas, logran una complicidad no solo narrativa, sino que también técnica: la manipulación del muñeco y las múltiples posibilidades interpretativas que la actriz Isidora Gazmuri presenta, son escénicamente inquietantes y se relaciona de manera armónica con la iluminación proveniente de una lámpara de pie que a ratos pareciera ser otro personaje.

Fotografía de Juan Moya

En cuanto a la puesta en escena general, creo necesario recalcar que el exceso de elementos y luz pareciera entorpecer, e irónicamente, ocultar lo realmente importante. Lo mismo con las dos figuras negras, que aparecen a veces como tramoyas y otras como intérpretes. Si bien es evidente la relación de estos cuerpos masculinos con la trama y la política de la obra (incluso encontrándose en el título de esta), no parecieran ser estrictamente necesarios en la construcción de ésta, en comparación a la lámpara de pie que cumple mejor la función que proponía la cámara: exponer y evidenciar las situaciones y el distinto desenlace de las dos protagonistas.
¿Sobran las palabras en este montaje? Sí, sobran. La proeza de la manipulación y lo bello de presenciar la forma con la cual se crea el artificio de un muñeco personaje, quedan en un segundo plano debido a la dramaturgia y su afán explicativo. Por otro lado, la propuesta de tratar problemas graves y adultos mediante una disciplina erróneamente asociada a un público infantil es evidentemente necesaria en el teatro contemporáneo. La conjunción de disciplinas como la música, el diseño escénico y el teatro de muñecos siempre resultará en una creación atractiva e interesante.

Fotografía de Juan Moya


FICHA TÉCNICA

Dirección: Carmen Mellado e Isidora Gazmuri
Dramaturgia: Isidora Gazmuri
Elenco: Marcelo Lucero, Isidora Gazmuri, Felipe Martinez
Diseño integral: Pedro Gramegna
Música: Tomás Ripoll
Asistencia técnica y de dirección: Felipe Martinez.

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