Feminismo comunitario: un feminismo tejido por mujeres indígenas en Abiayala
Pilar Villanueva-Martínez
«El feminismo comunitario es WARMIKUTI, el retorno, la vuelta de las mujeres a la comunidad, un hecho histórico e indispensable para el PACHAKUTI».
–Adriana Guzmán & Julieta Paredes (2014, 60)
El feminismo comunitario es una propuesta revolucionaria de las mujeres indígenas de Abiayala (nombre en lengua Kuna para el continente) para hacer frente a las múltiples opresiones a las que estas se han enfrentado históricamente. Esta corriente parte de los principios ancestrales de los pueblos indígenas de Abiayala y sostiene que el patriarcado ha utilizado el colonialismo para reforzar la opresión sobre los cuerpos de las mujeres, principalmente, pero también de personas racializadas.
Para feministas comunitarias como Julieta Parades, el patriarcado –como sistema que asegura la dominación de los hombres sobre las mujeres– contiene en sí mismo otro tipo de violencias, como la que se aplica sobre la naturaleza. Como dice la activista, el patriarcado es en realidad el “sistema de todas las opresiones que vive el planeta y, por tanto, toda la humanidad (hombres, mujeres y personas intersexuales), así como la naturaleza”. Asimismo, el patriarcado utiliza el colonialismo para dominar los cuerpos de las personas, la tierra y la naturaleza. En una sociedad así, el patriarcado convierte a las mujeres en las “proletarias de los proletarios” (trabajadoras de los trabajadores), y a las mujeres indígenas, en “las indias colonizadas de los indígenas”. De esta forma, crea las condiciones para todas las demás opresiones de la sociedad.
Los orígenes del feminismo comunitaria están en las experiencias acuerpadas de violencia de mujeres aymaras en Bolivia y mujeres mayas en Guatemala. En Bolivia, comenzó a gestarse a finales del siglo XX, principalmente a través de la organización Mujeres Creando Comunidad, con figuras como Adriana Guzmán y Julieta Paredes, que lo definieron como un pensamiento-acción. En Guatemala, una de las líderes de este feminismo comunitario es la activista maya-xinka Lorena Cabnal. Cabnal relata los orígenes de este tras reunirse con mujeres bolivianas y, particularmente, tras reunirse con mujeres indígenas en las montañas de Santa María Xalapán Jalapa (Guatemala) en 2007.
En este encuentro de Santa María Xalapán, Cabnal (2010) explica que las mujeres abordaron la contradicción existente en algunos grupos indígenas que defienden la tierra pero callan ante la violencia sexual que sufren las mujeres indígenas. Por esto, un argumento clave de las feministas comunitarias es que el colonialismo creó un pacto entre hombres europeos e indígenas, para que el patriarcado dominara, primero, los cuerpos de las mujeres indígenas, hasta que finalmente llegó a consumir los cuerpos de todes, incluidos esos mismos hombres. Esto no sólo allanó el camino para la opresión de los hombres, sino también para la dominación de la tierra. El Estado, argumentan, surgió de este pacto después de 1492, por lo que no se puede confiar en él para liberar a los pueblos colonizados.
“No hay descolonización sin despatriarcalización”
Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán
Feministas comunitarias y el Estado
Las feministas comunitarias reclaman la “descolonización del Estado”, es decir, el fin del Estado tal y como lo conocemos. Estas argumentan que el Estado tiene sus orígenes en la administración de la opresión de las mujeres, y como tal ha evolucionado para oprimir al resto de la humanidad y la naturaleza. En cambio, una visión positiva de la sociedad se basa en la comunidad y, más ampliamente, la sociedad como una “comunidad de comunidades” (2014, 59-60).
Aunque muchas feministas comunitarias aymaras creen que un Estado plurinacional (un Estado basado en la coexistencia y reconocimiento de muchas comunidades) es un paso hacia la comunidad de comunidades, no es un fin en sí mismo. Esto debido a que incluso los Estados progresistas siguen basándose en una ideología machista arraigada en la subordinación patriarcal.
En su declaración publicada el 12 de octubre de 2011, Día de la Resistencia y Dignificación de los Pueblos Indígenas, las feministas comunitarias xinkas de la Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán afirmaron: “No hay descolonización sin despatriarcalización”. En esta frase entrelazaron el vínculo intrínseco entre colonialismo y patriarcado como forma de ser y vivir impuesta a los pueblos indígenas, especialmente hacia los cuerpos de las mujeres indígenas.
Las feministas comunitarias apuntan que es necesario desarraigar las opresiones de género anteriores a la invasión española. Por esta razón, se declaran «en permanente resistencia y lucha contra toda forma de opresión patriarcal, sea indígena u occidental, que se manifieste contra nuestro primer “cuerpo-territorio” (Cabnal, 2010).
Nuestro cuerpo-territorio
Los términos cuerpo-territorio o territorio cuerpo-tierra están en el centro de la práctica y conocimiento de las feministas comunitarias. Como apuntan, el cuerpo –en particular el de las mujeres indígenas– simboliza toda opresión, en todas partes. En este sentido, la opresión está “encarnada”, por lo que el propio cuerpo se convierte en el lugar de la lucha y reivindicación.
Bajo esta idea, la tierra y la naturaleza también tienen cuerpo, y su liberación va de la mano con la del cuerpo de la mujer. Así, hay que recuperar el cuerpo enfrentándose a esta multiplicidad de opresiones, y esto es lo que Julieta Parades llama el “deber ser feminista”. La lucha de las mujeres por el poder sobre su propio cuerpo, que es en realidad una lucha por la tierra y por toda la humanidad, “se convierte en una lucha cotidiana e imprescindible porque el cuerpo-territorio ha estado en disputa durante milenios por los patriarcados para asegurar su sostenibilidad desde y sobre el cuerpo de las mujeres” (Paredes 2010, 22).
«El cuerpo-territorio ha estado en disputa durante milenios por los patriarcados para asegurar su sostenibilidad desde y sobre el cuerpo de las mujeres»
(Paredes 2010, 22)
Impacto del feminismo comunitario
En la actualidad, el feminismo comunitario se ha expandido por diversos territorios de Abiayala, resonando con fuerza en el ámbito académico y entre grupos activistas. Activistas como Adriana Guzmán y Lorena Cabnal dan charlas y seminarios como invitadas en espacios académicos y activistas con bastante regularidad. Asimismo, el feminismo comunitario también ha resonado entre mujeres blanco-mestizas de muchos rincones de Abiayala, quienes buscan aprender de las prácticas comunitarias y saberes ancestrales que las mujeres indígenas demuestran.
Las feministas comunitarias invitan a todas a unirse a ellas. El feminismo comunitario, han afirmado sus fundadoras, “es la lucha de cualquier mujer, en cualquier momento de la historia, en cualquier parte del mundo, que lucha o se rebela contra un patriarcado que la oprime o la quiere oprimir” (Guzmán y Paredes 2014, 69). De esta forma, las feministas comunitarias han reinventado el feminismo desde experiencias nacidas en Abiayala. Rescatan las raíces indígenas y reconfiguran un océano semántico que se aleja del pensamiento colonial occidental a la vez que genera nuevas corrientes para llegar a otras semillas y abrir sus raíces en diferentes territorios del continente. Por esto, al frente de esta lucha deben estar las feministas anticoloniales y descolonizadoras.
Referencias
Cabnal, L. (2010). Acercamiento a la construcción del pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala. Feminismos diversos: el feminismo comunitario, 11–25.
Cabnal, L. (2017). Tzk’at, Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario desde Iximulew-Guatemala. Ecología Política, 54, 98–102.
Guzmán, A. & Paredes, J. El tejido de rebeldía: ¿qué es el feminismo comunitario? Comunidad Mujeres Creando: La Paz
Paredes, C. (2015). Despatriarcalización. Bolivian Studies Journal, 21.
Paredes, J. (2010). Hilando fino desde el feminismo comunitario. Comunidad Mujeres Creando Comunidad.
Paredes, J. (2016). Despatriarcalización. Una respuesta categórica del feminismo comunitario (descolonizando la vida). Bolivian Studies Journal, 21, 100–115. https://doi.org/10.5195/bsj.2015.144
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