Artes escénicas

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Tótem: cómo se escucha la sombra de una danza

Estos días se ha instalado la primavera, uno de los cuatro momentos del ciclo. A su vez, el pasado viernes 22 de septiembre se estrenó la nueva temporada, después de 17 años, de Tótem: Concierto Corporal Electroacústico en Espacio Vitrina, que se extenderá hasta el 1 de octubre. Esta obra interpretada por Daniela Marini y Exequiel Gómez, también dirigida por este último, se plantea como un rito circular en el que danza y música son indisociables.

En este momento del año la duración de los días y las noches se iguala. Así también lo hacen las luces y las sombras en Tótem. ¿Cómo se condicionan la música y la danza? Sin duda, han existido muchas maneras de investigar esta relación: cada una de ellas necesaria y nutritiva para un debate que no pretende resultar unívoco. En el caso de Tótem, se manifiesta a modo de concierto corporal mediante el empleo de sensores que captan las sombras que los movimientos de los intérpretes van desplegando en el espacio, lo que se traduce en música.

Fotografía Rafael Edwards.

Círculos & sensores

El público es invitado a ubicarse en distintos niveles: cojines, sillas y graderías, dispuestas mayoritariamente en torno a un espacio escénico circular, tanto a la altura del suelo como del cielo. Este círculo está determinado por una superficie metálica cubierta de granos de arroz, en torno al que se encuentran sensores de luz. 

La música está configurada por la relación que la sombra provocada por los cuerpos en escena establece con dichos sensores. Las señales que estos emiten son traducidas por un microcontrolador conectado a un computador en forma de música electroacústica, a ratos de carácter más vocal y en otros más abstracta.

José Miguel Candela, compositor musical de Tótem caracteriza en profundidad la investigación a nivel conceptual y técnico de esta obra músico-coreográfica:

la música de TÓTEM, al ser de características aleatorias, va sorprendiendo a los intérpretes. Estos atienden y actúan conforme a sus percepciones, acciones que nuevamente son captadas por los sensores, y así sucesivamente. Este bucle de retroalimentación entre música y cuerpo en escena nos recuerda el concepto de autopoiesis [p.11, Candela, 2017]

De este modo, partitura e improvisación van componiendo el flujo circular de un tótem constituido por el encuentro de dos cuerpos que, de pronto, dibujan la representación de Meli Witran Mapu: las tierras, su gente, los puntos cardinales y estaciones del año según el pueblo mapuche.

Fotografía Rafael Edwards.

Silencio & arroz

Pero la sonoridad producida por los sensores no es constante. A esta sonoridad —y dentro de lo que se podría considerar silencio— se suma la dinámica de los granos de arroz respecto de los movimientos de los intérpretes. Por efecto de arrastre o adherencia a los cuerpos y al espacio, el sonido del arroz desprendiéndose de los pliegues de la piel y del vestuario también matiza este rito. Los granos se desplazan fuera del círculo, son sensibles al roce. Granos en estado de latencia, a la espera de las condiciones necesarias para brotar, conformando dunas efímeras calentadas a la luz de los focos.

Si bien Tótem se sirve de algunos elementos del mapuche kimün, también abre la posibilidad a vincularla —en consideración con el margen de años que existe entre su creación y su reestreno— al solarpunk: una perspectiva de ficción especulativa o de eco-especulación que apunta a una visión optimista del futuro, en que la tecnología podría estar al servicio y al cuidado de la naturaleza, así también de la humanidad.

Dentro de este paradigma, el mundo/círculo estaría habitado por cuerpos tendiendo porfiadamente a rastrillar, soplar y patear el sustrato sin encontrar tierra debajo, en cambio, aluminio u otros metales, de lento intercambio de temperaturas. Cuerpos que han aprendido a relacionarse armónicamente entre sensores corporales humanos y no humanos, haciendo brotar el alimento mediante el calor de sus cuerpos, la luz de los focos y la humedad de su sudor en un paisaje de tonos blanquecinos, con la promesa de mutar de color en la siguiente estación.

Fotografía Rafael Edwards.

Pervivencia en colectivo

Esta primavera trajo de vuelta una obra cuyo proceso investigativo comenzó hace 20 años, caracterizada, por un lado, por ser un hito en la danza en Chile respecto de la forma en que integra el uso de tecnologías como se ha descrito; por otro, por la pervivencia de ella: retomar, mutar e inmutar en un contexto artístico tendiente constantemente a lo nuevo es una forma de resistencia. 

Exequiel Gómez, director e intérprete de la obra, manifestó en Danza contemporánea en Chile 2000-2015 la especial importancia de otorgar tiempo al proceso que requiere una obra:

Siempre he sentido que la interpretación va creciendo en mí, cuando más trabajo una pieza u obra, la inteligencia corporal aparece de diversas maneras, perceptiva, intuitiva pero también en el dominio de lo técnico y sus elementos, despliegas límites hasta donde se llega sin desbordar o desbordando si es necesario [p.76, Alcaíno & Hurtado, 2018]

En este sentido, el esquema de políticas culturales en general —y en la danza en Chile en particular— condiciona y amenaza el tiempo de profundización en la investigación artística:

Percibo y veo mucho trabajo a corto plazo, que termina convirtiéndose rápidamente en un producto que hay que ofrecer y vender, o instalar en cuál o tal lugar que el mercado ha validado. Y observo en ello una tendencia a lo individual. Si bien existen en el medio chileno coreógrafos que trabajan con un gran número de personas, los proyectos pasan a ser individuales o circunstanciales [p.76]

En consideración con los 30 años de existencia del Colectivo La Vitrina al que pertenece, con esta obra creada hace 20 años y con estos fragmentos publicados hace 5 años, Tótem: Concierto Corporal Electroacústico es una inspiración para quienes llevamos una ruta más corta en la danza, además en tiempos en que se dispone de muchas más posibilidades para integrar tecnologías en escena. Para ello, son cruciales las prácticas colaborativas, la relación de nuestras danzas con el silencio y con nuestras propias sombras también, que no son ajenas al paso de los días, de las estaciones y otros ciclos.

Fotografía Rafael Edwards.

Ficha técnica

Dirección: Exequiel Gómez [@exequielgomezacuna]

Intérpretes: Exequiel Gómez / Daniela Marini [@daniela.marini.s]

Compositor Musical: Jose Miguel Candela [@candelajosemiguel]

Asistente de Diseño y Producción Sonora: Antonia Valladares Fischer [@valladaresfischerantonia]

Diseñadora Integral: Matilde Videla

Producción: Heny Roig Monge [@henyroigm]

Fotografía y diseño gráfico: Rafael Edwards

Periodista: Raulo Gutiérrez San Martín [raulogutierrez@outlook.com]

Reestreno: 22 de septiembre a las 20:00 horas en Espacio Vitrina.

Funciones: viernes, sábado y domingo a las 20:00 horas.

Fechas: 22, 23, 24, 29, 30 de septiembre y 01 de octubre.

Entradas disponibles en el siguiente enlace.


Referencias

Alcaíno, Gladys; Hurtado, Lorena. “Exequiel Gómez”. Danza contemporánea en Chile 2000-2015. Autobiografía de una escena. Santiago, Chile: Hueders, 2018.

Candela, José Miguel [2017]. TOTEM / Concierto Corporal Electroacústico Un Ritual de Tránsito. A.Dnz, [2], 8–15. Recuperado a partir de https://revistas.uchile.cl/index.php/ADNZ/article/view/45041 

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